En el año 1787 un capitán del ejército español llamado Antonio del río llegó a palenque acompañado por el dibujante Ignacio Armendáriz y un grupo de 79 indios. Su misión: era investigar las fabulosas ruinas que allí se ubicaban.
Más de medio siglo después, en 1840, el abogado neoyorquino y aficionado a la arqueología Jhon Lloyd Stephen y el pintor británico Frederic Catherwood llegaron al mismo lugar tras a travesar las montañas a lomos de sus mulas.
Su objetivo era prácticamente el mismo. Además de luchar contra los insectos y soportar condiciones climatológicas muy duras, pasaron por experiencias curiosas, como leer el periódico aprovechando la luz que unas gigantescas luciérnagas proporcionaban al interior de las ruinas del palacio de Palenque.
Los dibujos de Catherwood, los mejores vistos hasta la fecha en trabajos arqueológicos, permitieron descubrir al mundo esas extrañas maravillas.
Al localizar enormes edificaciones de estructura piramidal, muchos ojos se volvieron hacia los antiguos egipcios. Pero pronto se comprendió que no había relación alguna, que los fabulosos restos localizados en distintos puntos de Guatemala, Belice, El salvador, Honduras occidental y los cincos estados mexicanos de Yucatán, Quintana roo, Campeche, tabasco Chiapas, correspondían a una única formidable civilización: Los mayas.
La cultura maya pervivió con esplendor en Mesoamérica durante un período aproximado de 3,000 años. Fue una civilización extraordinaria que dominaba el lenguaje mediante un determinado tipo de escritura jeroglífica. Los mayas tambien poseían unos avanzados conocimientos matemáticos y contaban con magníficos artistas y arquitectos.
La construcción de grandes templos religiosos, en los que veneraban al cosmos de palacios majestuosos fue una iniciativa de las dinastías reales que gobernaron este imperio.
En las ciudades principales, como Tikal, El Mirador y Nakbé, se llegaron a construir pirámides enormes, que sobrepasaban en algunos casos los 70m de altura. No obstante, en los estados más pequeños también se construyeron templos, palacios y campos de pelota, ya que esté era un juego sagrado.
Otras construcciones características de la cultura maya fueron las estelas. Los mayas honraban a sus gobernantes en grandes bloques de piedra caliza, tallando retratos, animales reales e irreales y detallando por medio de jeroglíficos la historia y la descendencia de los reyes.
Precisamente gracias a estos jeroglíficos los arqueólogos han podido desmentir el mito que dibuja a los mayas como pacíficos astrónomos y matemáticos, revelando una historia plagada de guerras, luchas por el poder y sacrificios humanos dedicados a los dioses.
La larga historia de los mayas se divide en tres períodos. Con el nombre de preclásico, se habla del que abarca desde el año 2000 A.c. hasta el 250 de nuestra era. El clásico, el de mayor esplendor cultural, comprende del año 250 al 900.
Finalmente, desde esa fecha hasta el año 1500, casi coincidiendo con la llegada de los españoles a América, se extiende el denominado período postclásico.
Tikal
Una de las capitales más importantes del imperio maya fue la ciudad de Tikal, que se halla escondida en plena selva de Guatemala.
Las primeras construcciones del lugar datan del siglo VII aC. No obstante, la ciudad alcanzó su mayor celebridad durante el período clásico. Fue entonces cuando llegó a contar con una extensión de 125 km2, en los que vivían alrededor de 40.000 personas.
Estos gigantescos edificios que sobre salían por encima de la vegetación de la jungla tenían diversas finalidades. Por lo general se trataban de monumentos funerarios encargados por importantes gobernantes. Pero, antes de morir, los propios reyes solían ascender a las cúspides de los templos para entrar en contacto con los dioses después de haber consumido tabaco y diversas sustancias de efectos alucinógenos.
En ocasiones, también desde esa privilegiada altura, los sumos sacerdotes predecían si las conjunciones planetarias eran favorables para sembrar los cultivos.
Además de los grandes templos, pirámides en Tikal han quedado vestigios de palacios, grandes calzadas e incluso un mercado cubierto, donde los habitantes, cuya mayoría dependían de la agricultura, desarrollaban sus transacciones comerciales.
Un aspecto curioso de los mayas que revelaron las excavaciones de Tikal fue ver como los arquitectos habían ido adquiriendo nuevos conocimientos con el paso de los siglos y diseñaban nuevos y grandiosos edificios que se construían encima de los ya existentes.
Templo de Palenque
Como Tikal, otras ciudades estados mayas han desafiado al paso del tiempo y sus restos siguen sumiendo en el asombro a todos los que visitan. En el estado mexicano de Chiapas se encuentra la hermosa ciudad de Palenque, en la que destaca el palacio y el llamado templo de las inscripciones, una pirámide de nueve plantas en cuyos muros interiores se encuentran 620 jeroglíficos esculpidos bajo relieve sobre la piedra caliza.
En 1952 el arqueólogo mexicano Alberto Ruz Lhuillier descubrió que el interior del templo ocultaba la tumba de un gobernante, cuyo cadáver había sido “adornado con joyas y envuelto en sudario rojo”. Tras largo años, se descubrió que aquella era la tumba del rey Pacal, Señor de Palenque entre los años 615 y 683.
Asombrosas construcciones se pueden contemplar aún en Uxmal, en la península de Yucatán, donde se encuentra la casa del gobernador, las casas de las monjas y la impresionante casa del Mago que reta a cualquier visitante a alcanzar su cima a través de unos empinados escalones. Copán en territorio hondureño también esta considerada como una de las joyas de la cultura maya.
Entre otros monumentos hay nada menos que resto de 3.450 edificios, destacan las famosas estelas de la gran plaza y la escalinata de los jeroglíficos.
Otros importantes yacimientos se encuentran en Uaxactún, el mirador y Nohmul.
1 comentario:
muy bueno mucha informacion
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