lunes, 14 de noviembre de 2011

La cultura inca. Cuzco.



El Titicaca, el gran lago que baña Perú y Bolivia, produce en el visitante una extraña sensación. Las viejas leyendas, las tradiciones milenarias, se respiran en el ambiente. En algunas islas se pueden contemplar terrazas de cultivos iguales a las que existieron durante la cultura inca.

Los templos y vestigios arqueológicos de Taquile o Amantan también nos trasladan imaginariamente a aquel período, al igual que ciertas costumbres extendidas que todavía se conservan entre los pobladores, como la de sacrificar una llama blanca para obtener buenas cosechas.

En la célebre isla del Sol se encuentran unas escaleras incaicas que llevan hasta la llamada fuente del inca. La tradición cuenta quien sube la escaleras y bebe de la fuente consigue mantenerse siempre joven.

En la misma isla del sol se encuentra también una roca sagrada que según dice la leyenda, vio nacer a Manco Cápac y Mama Ocllo. Ellos fueron los hijos del Dios Sol y los primeros incas sobre la tierra. Con la misión de encontrar un lugar donde poder levantar un gran imperio, ambos abandonaron la isla y viajaron hasta el cerro de Huanacaure. Ahí fundaron la ciudad de Cuzco, un nombre procedente del término quechua “Quosqo”, que significa “Centro del universo”.


Cuzco

Los incas se asentaron en el valle del Cuzco hacia el año 1300 d.C. Sin embargo, se calcula que fue a fines del siglo XIV, bajo el reinado de Inca Roca, cuando comenzaron a ponerse las bases de su gran imperio. No fue nada fácil puesto que el territorio existía una diversidad étnica notable.

Aparte de los incas, estaban los ayamarcas, las Colla, los lupacas, los chancas y los quechuas. En el año 1438 el rey Pachacutic inca Yupanqui obtuvo un triunfo sobre los chancas que le permitió empezar a establecer cierto control político en la región.
Realmente fue Pachacutic cuando la cultura inca empezó a tomar forma y a cobrar esplendor.





Una de sus primeras misiones fue planificar el Cuzco monumental, del que aún hoy se pueden encontrar rastros interesantes. Por ejemplo, fue por decisión de este monarca que se construyó el Coricancha, el templo del sol y principal observatorio astronómico que fue el edificio sagrado más importante del Cuzco.

Su grandeza se evidenciaba simplemente observando sus paredes, pues todas estaban cubiertas por planchas de oro. Del Coricancha se conservan cuatro de las cámaras originales en el convento de Santo Domingo, que se edificó sobre los restos del templo.

Aparte de las maravillas que se pueden contemplar en el museo arqueológico de la ciudad, el muro incaico del antiguo Acllahuasi, a la vista en la actual plaza de armas, o la famosa piedra de las doce ángulos, de la calle triunfo, nos invitan a imaginarnos esa ciudad fantástica que fue la capital de la cultura inca, poblada por unos 50,000 habitantes, bien trazada, y llena de jardines, templos y palacios.

Organización inca

Durante el reinado de Pachacutic, la organización política, militar y agrícola estaba perfectamente prevista. La sociedad tenía una estructura piramidal bien clara. Por encima de todos estaba el Inca, considerado el hijo del Sol y máxima autoridad política y religiosa.

En una clase privilegiada inferior se encontraban las autoridades militares y los “orejones”, aristócratas que ayudaban en asuntos de gobierno y que recibían este nombre por que se distinguían con los adornos que les deformaban las orejas.




Por debajo de ellos estaban los “kurakas” o señores, y los sacerdotes.

Finalmente la base de la sociedad la formaban el pueblo llano y los “yanacunas” o esclavos.
El estado se apropio del quechua como lengua oficial, y en su gobierno introdujo algunas prácticas absolutamente revolucionarias, como fue el uso de datos estadísticos para la planificación de la producción y del consumo de bienes.

El principal medio de vida era la agricultura. Por todo el imperio se construyeron terrazas de cultivo llamadas “andenes”, que se trabajan por medio de la de la “talla”, una azada especial usada a modo de arado.

También se explotó el ganado y la minería, especialmente aquella dedicada a la extracción de oro, plata, bronce; aunque considerados como trabajadores de un plano inferior, entre los incas  existieron grandes artesanos de la textilería y espléndidos ceramistas. Pero el interés de Pachacutic no se limitó únicamente a Cuzco.

Con sus efectivos ejércitos, el rey logró ampliar las fronteras del imperio por medio de conquistas militares, primero a Cajamarca y luego a Cuismancu y Chuquismancu. Esa labor de conquista y expansión, la finalizó más tarde su hijo y su sucesor en el trono, Túpac Yupanqui, quien logró unir al imperio los reinos de Quito y Chimú.

Fueron los días de máximo esplendor para la cultura inca que entonces se extendía desde Quito hasta Nazca. Al igual que su padre, Túpac Yupanqui también le dedicó gran atención a la construcción de edificios religiosos y administrativos.

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